domingo, 2 de junio de 2013

Tiempos difíciles para los soñadores

Recuerdo ser muy pequeña y no conocer lo que era fingir una sonrisa. 
Recuerdo vivir en el presente y no martirizarme por el futuro.
Recuerdo esas pequeñas alegrías que se convirtieron en los momentos más preciados.
Recuerdo caerme y levantarme sin dudar, y sin mirar al costado para pedir aprobación.
Recuerdo el sentimiento de amor, sin definiciones ni límites.
Recuerdo el llanto desconsolado seguido de una risa sincera y descontrolada. Todo eso de un momento al otro y ambas con la misma intensidad.
¿Por qué cambió todo?

Amélie diría que: "son tiempos difíciles para los soñadores". Sin duda lo son, al menos eso creo. En esta época tan compleja y bastante cínica, ¿nos toca ignorar nuestros sueños, nuestros deseos y cambiarlos por un conformismo personal? Perdernos entre las opiniones de los demás, convencernos a nosotros mismos que lo que debemos hacer es lo que queremos. 


Nos hacen creer que la vida es una carrera a contrarreloj. Tenemos que correr para llegar a un objetivo. Llegar a ser los mejores, llegar antes que nadie y ser parte de lo que se supone que es lo correcto. Lo que a veces dejamos de ver es que corriendo, desesperando, ahogándonos en todas esas necesidades impuestas, estamos dejando atrás la vida. La estamos perdiendo día a día, momento a momento, sonrisa a sonrisa, como arena que se escapa entre los dedos. 


Quizás este mundo armado, frío y cuadrado, por momentos quite la sonrisa de tu rostro, o más bien la cambie por una mueca forzada. Quizás por momentos sientas que tengas que ocultar tu verdadero ser porque no cuadra con el mundo en que vivimos. Quizás sientas que no te quedan fuerzas para librarte de esas amarras que te atan y te limitan. Que te imponen a ser algo que no eres, que te amenazan con no ser aceptado, que te juzgan y califican constantemente, que te hacen sentir poco, tan poco.


Pero la realidad es que cada uno de nosotros es dueño de sí mismo. De sus deseos, de sus emociones, de su presente y futuro, de su valor. No tenemos que escondernos detrás de una mueca o de una máscara. No tenemos que fingir una sonrisa para evitar mirar en nuestro interior y admitir que necesitamos un cambio. 

¿Por qué nuestros sueños y anhelos tienen que ser vistos como algo lejano y hasta místico? 

Por qué no verlos como una posibilidad. Lo importante no es llegar, sino vivir. Dejar de correr para así caminar y ver todo lo que somos y tenemos. Dejar de calcular e intentar tener todo controlado, para arriesgarnos un poco más. Confiar más en nuestro instinto, en nosotros mismos, en nuestra opinión, sólo nosotros sabemos lo que nos haría más felices.

Sonrisa o mueca, tú eliges.


Gigi