miércoles, 15 de agosto de 2012

El peso de la vida


Todos tenemos una mochila que cargamos por la vida. Algunas son más pesadas, llenas de arrepentimiento, culpa y miedos. Otras son más livianas, cargando las experiencias justas y necesarias, recuerdos y aprendizajes adquiridos.
Sin darnos cuenta vamos acumulando cosas innecesarias e incluso perjudiciales para nuestra vida. Nos acostumbramos a sentirnos de determinada manera, a añorar los mismos momentos y las mismas cosas, a extrañar a las mismas personas, a sentir el mismo dolor una y otra vez…

Nos olvidamos de lo que tenemos frente a nuestros ojos. Tenemos la mochila tan cargada de tristeza y desesperanza que lo único que hace es frenarnos y no permitirnos ver más allá del dolor. Ver el mundo que nos rodea, ver a las personas especiales que tenemos a nuestro lado y vernos a nosotros mismos. Ver cuánto valemos, cuánto camino hemos recorrido, cuántos obstáculos superamos y seguimos estando acá. Y sobre todo ver cuánto camino nos queda por recorrer.

Se puede alivianar la mochila dejando cosas atrás, podemos liberarnos. Por un lado cambiando todo eso que podemos, no dejarlo para después. Por otro lado dejando atrás todo eso que no podemos cambiar. No hablo de resignarnos, sino más bien de hacer paz con todo eso por sobre lo que no tenemos ningún control. Está bueno ayudar, pero la superación empieza de adentro para afuera.

El peso de tantas experiencias vividas, de nuestro pasado, de nuestros fracasos y logros no tiene por qué estar sobre nuestros hombros. El peso de la vida puede estar en nuestros pies. Bien plantados en la tierra, decididos a seguir caminando y a llegar un poco más lejos cada día.
No dejemos que nos condicione nuestra circunstancia, decidamos nosotros cómo queremos vivir. La vida es un camino que vamos creando, tomando decisiones absolutamente todos los días. La vida no es tan sólo un mar dónde la corriente nos va llevando, arrastrándonos, dependiendo así de la marea. Tenemos el control para nadar contra corriente, para fortalecernos y para conseguir lo que realmente queremos. 

Si nos resignáramos a dejarnos llevar por la corriente, terminaríamos donde empezamos. Pero si luchamos por nadar y mantenernos en la superficie, podemos llegar muy lejos. Tan lejos como nuestros deseos.
Todos en algún momento perdemos la fuerza y pensamos que no vamos poder más. Nos vemos volviendo a la posición inicial cómo si nada hubiera cambiado, pero no es así. La experiencia la seguimos teniendo y el admitir que necesitamos un cambio es gran parte de la superación.  

Yo ya estoy eligiendo un par de cosas para cambiar de mi mochila. ¿Y vos?

¡Un abrazo grande!

Gigi


5 comentarios:

  1. GENIAAA!!!! PALABRAS SABIAS, PERO ME ESTA COSTANDO EN ESTE MOMENTO, ESTOY CANSADA DE MI MOCHILITA, SIEMPRE ME VA MAL CON TODOS LOS TIPOS...
    GRACIAS DE NUEVO POR TUS PALABRAS QUE SIEMPRE ME LLEGAN CUANDO POR CAER, NO TE CONOSCO, ni hemos hablado, pero en estos momentos te adoro!!!

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  2. tenes toda la razon, yo estoy en eso de vaciar un poco mi mochila, de dejar de hacerme cargo de todo , de disfrutar a las personas que tengo al lado en la vida, de quererme un poco mas y sacar a la gente no que me hace bien de mi camino, estoy tratando d quererme un poco mas. me encanto como siempre porque me siento identificada, abrazo y beso genia!!!:)

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  3. simplemente me encantó!! cuanta verdad!!! :)

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  4. que genia que soso, me sentí reee identificada! Sos grosisima Gigi.

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